Mizata

La vida vino del agua.
Esta fue el lugar del encuentro,
el abrazo cósmico,
la derrota del caos y de la nada.
Si contamos nuestros átomos,
no podríamos vivir sin el agua.
Las venas de la Madre tierra,
son solo caminatas y peregrinaciones
oscuras, verdes y hasta contaminadas,
para llegar al corazón del océano.
Ahí mueren todos los deseos rotos,
los que flotan inhertes y tostados por el sol,
son sumergidos entre las corrientes saladas de nuestra existencia.
La creación de la tierra,
del latido humano,
de la milpa y el cacao ancestral,
comienza por el nacimiento del agua.
el mar es entonces,
una cuna de cristal donde la vida crece.
La matriz cálida, donde todos los días,
matutina y vespertinamente,
el parto y el funeral del sol acaece.
Donde la piedra es torturada,
por el beso salítrico de las olas,
donde su transparencia
es le martillo invencible
que hace grietas entre su frente.
Donde nunca antes ni después
veremos el horizonte
límpida, espumosa,
y esperazadoramente.

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