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Mostrando entradas de agosto, 2011

Carta a Octavio

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En frente de la tumba del amigo, vi llorar a un ser humano. Acercose al sepulcro sin sentido, y corrida la loza, un latido despertó. En las fosas comunes de nuestra historia, entre los escombros de la vida, tu sincero llanto, convirtióse en canto, que trae la aurora y aleja el espanto. Una mísera camilla cargaba una herida viva. Anónimos años, amenzan la ternura. Tu, hombre del puebo, pronuncias vida que aviva las fuerzas de aquel cuerpo cansado. Y frente a la moribunda vida, en nuestras camillas de iximulew, Todos Santos y Pestel, Guajitos, Soyapango y León, pronunciaste alivio y esperanza. !Y conseguiste el milagro! !La lluvia en la sequía! !Salud entre la enfermedad! !La perenne sonrisa en el laberinto cotidiano! Lograste que muchos cansados pies, retomaran el camino. Y al andar con humildad y justicia, superaron sus múltiples muertes. Hiciste opción por la vida, la cuidaste, cargaste y cobijaste, entre tus brazos de menor. Hoy, ese misterio te ca...

Carta a Octavio

Mi bitácora

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En la sequedad de estos inviernos Hago mi examen del día. Una pregunta es mi lumbre: “¿Quién soy yo?” Ni el espejo, ni el apellido, ni los honores o pecados, bastan. La noche y mis sueños, me dan mi respuesta. En los recuerdos que son rompecabezas, Retazos de mi inconsciente, Un Mural multicolor, Donde Dios hace un grafiti con su dedo. Ahí estoy yo, y ahí está él, Cobijados por las manos de la Gaya. Bajo este lenguaje, En este laberinto verde de mi historia, Descubro que Dios ha puesto la rosa náutica, Para ser trovador y compañero de caminos. Al despertar, Mis sueños se vuelven sandalias, el corazón, en un ejercicio de buena memoria, balbucea un “Gracias”. Y al encargarme de la historia, Ella carga conmigo. El día comienza con la noche y su güipil negro todavía. Soy nómada urbano, Transeúnte universal, Glóbulo obrero, Entre las venas de esta sociedad. Y nuevamente el Misterio y los “Otros”, Irrumpen en mi vida. Se me enraízan, hacia el humus, Y la utopí...

A Daniel

Hoy, oí tu corazón de nuevo. Un tambor vivo que sus sílabas golpeaban mis oídos. Eras sonido y movimiento: Un gimnasio elemental dentro del vientre maternal. Hoy no pude tocarte, Pero tu piel ya recibía mi calor. No pude verte, Aún cuando tus dedos, manos y oídos, Palpaban todo a su alrededor. Y en cada respiro tuyo, Aparecía una espora de angustia. Tras el golpeteo de tus pies, A veces existe un silencio sepulcral. Durante el arcoíris de tu no iniciada vida, También amanecen cielos grises Y los días se parecen más a la noche. Me convidas de tus silencios festivos Cuando en mis oídos está el eco y la pólvora de la bala asesina, Todavía escucho la bota que tritura los humanos huesos, La voz sonámbula y moribunda De una madre que sin su hijo se declara muerta, Todavía escucho como caen Los colibríes que no han podido nacer en este jardín primaveral. Me das, Con tus manos diminutas, Pedazos de luna y retazos de utopía: Tu lucha por la vida, es la sentencia de...

Mizata

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La vida vino del agua. Esta fue el lugar del encuentro, el abrazo cósmico, la derrota del caos y de la nada. Si contamos nuestros átomos, no podríamos vivir sin el agua. Las venas de la Madre tierra, son solo caminatas y peregrinaciones oscuras, verdes y hasta contaminadas, para llegar al corazón del océano. Ahí mueren todos los deseos rotos, los que flotan inhertes y tostados por el sol, son sumergidos entre las corrientes saladas de nuestra existencia. La creación de la tierra, del latido humano, de la milpa y el cacao ancestral, comienza por el nacimiento del agua. el mar es entonces, una cuna de cristal donde la vida crece. La matriz cálida, donde todos los días, matutina y vespertinamente, el parto y el funeral del sol acaece. Donde la piedra es torturada, por el beso salítrico de las olas, donde su transparencia es le martillo invencible que hace grietas entre su frente. Donde nunca antes ni después veremos el horizonte límpida, espumosa, y esperaza...

agradecimiento

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Tus manos han cargado esta vida rota, en harapos de frío. tus labios han besado hasta la sequedad, la corniza roja de los míos, resucitándolos, al forcejear y luchar entre el pasado y el hiriente presente... han seducido esta vida impasible, amorfa y sin armonía. Tus ojos, faros diminutos en el acantilado nocturno de mis noches, han sido la sombra incauta que me ha seguido hasta el laberinto de los deseos... tus lágrimas han sido la fría espada que ha desvelado mis desamores y desencuentros. tus pecas han sido las constelaciones diurnas, que se han unido para llevarme al centro de la tierra: pétalos móviles, carmesí viviente, aleteo de colibríes, que quitan y reanudan mi sed de vida y aventura. Te amo y no sé como agradecerte por tanta vida que me has dado...